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Saturday, August 26, 2006

March in Madrid Against The war in Libano Photogallery






















Thursday, August 24, 2006

Marcha en Madrid contra la Guerra del Libano

por Daniel Sanchez Nieves



Madrid: 20 de Agosto de 2006

A lo largo del verano y sobre todo en este mes de Agosto son múltiples las referencias informativas a la soledad, calma y tranquilidad que se respira en las grandes ciudades, cuando la mayor parte de su población decide y puede darse un respiro. Es tanta la tranquilidad que incluso un grupo de 500 personas pueden pasear tranquilamente por la calle Velázquez de la capital del Reino, sin tener que esquivar ni automóviles, ni improperios

típicos del tráfico, ni las luces de los cámaras, ni las habilidosas preguntas que los profesionales de la información lanzan en los actos más concurridos del verano.

O sea que acabamos de confirmar la tesis de que en verano no hay noticias, (como demuestra Pedro Jota al irse a defender la libertad de expresión a su veraniega piscina), a pesar de que un grupo de organizaciones y ciudadanos anónimos se empeñe en dar la nota y pasear por las calles de Madrid intentando que su voz se oiga.



Voces que quieren incomodar, que pretenden atravesar el muro que los funcionarios de la Embajada Israelí, de la Estadounidense y de los Cuerpos de Seguridad del Estado han levantado para seguir sirviendo con la conciencia tranquila a aquellos que han decidido, desde la calma, tranquilidad y serenidad de su despacho, apretar el botón, dar la orden de arrebatar, en algunos casos por unos instantes, en la mayor parte para siempre; a miles de ciudadanos de un país soberano sus vidas tal y como las conocían hasta ahora.
Voces que pretenden, desde la distancia, llegar a los oídos y al corazón de todos aquellos que regresan a lo que queda de sus hogares, de su familia, de su vida en el sur del Líbano y se encuentran con la más absoluta tristeza, rabia e impotencia. Llegar a ellos, y
decirles de alguna forma, que aunque pocos y distantes, sus lágrimas no caen en saco roto,
sus gritos de dolor no se los lleva el viento.


Voces del pueblo, voces de inmigrantes que miran con mucho respeto el uniforme azul
que les rodea. Un altercado, ¿la documentación? y pagarán con la repatriación su gesto solidario.

Voces tímidas, de aquellos que llevaban mucho tiempo sin salir a la calle, pero que hoy, el domingo pasado, el anterior y el próximo estarán donde su aletargada y dormida
conciencia les indicó que debían estar al despertar.
Voces de profesionales de la información que han visto sobre el terreno la realidad y
se han negado a seguir contando lo que les dicen, sino que quieren contar lo que vieron. Y
claro, si te mueves de la piscina, no sales en la foto.
Voces de libaneses, voces palestinas; voces que nos acercan la tragedia pero también la
esperanza de que tanta injusticia en el nombre del dinero jamás devorará la esencia del ser
humano, la solidaridad con el oprimido, el rechazo a las injusticias allá donde se
produzcan, la convivencia.




Voces, en definitiva, de ayuda, de apoyo, de rabia contenida, de no poder ni siquiera
llegar a imaginar que la soledad, calma y tranquilidad que se vive hoy en Madrid se vivía
ayer en Líbano, pero el ruido de los motores, de las bombas, de los gritos de niños, mayores
y ancianos; de las casas derrumbándose sobre sus propios recuerdos y de las palabras
“terrorismo” y “ataque preventivo” coreadas por Olmert, “Condolencia” y George; se las han
llevado.
Voces que volverán a estar este domingo 27 de agosto a las puertas de la Embajada
Israelí (12:00 horas) para recordarnos a todos que no podemos mirar siempre para otro lado,
ya que cada vez que apartamos la mirada, los ojos de un ser humano se cierran para siempre.